A continuación, un editorial que refleja los ideales e instituciones estadounidenses.
El 25 de diciembre es uno de los días sagrados más importantes del cristianismo, una conmemoración del nacimiento, hace unos 2000 años, de Jesucristo, venerado por los cristianos como el Dios encarnado, el Salvador, la Luz del mundo.
Sus padres, María y José, estaban entre los pobres, y según la tradición, Jesús nació en el frío de un establo en las profundidades más oscuras del invierno.
Desde tiempos inmemoriales, las personas que viven en el hemisferio norte han celebrado el solsticio de invierno, ya que el desvanecimiento de la luz da paso a la prolongación de los días y la promesa de la renovación de la naturaleza. Los pueblos antiguos de todo el mundo dieron la bienvenida al cambio de año y la reaparición del sol con celebraciones y rituales elaborados, algunos de los cuales aún resuenan en las celebraciones de hoy, incluido el énfasis en la luz. La celebración del nacimiento de Jesús, cerca del tiempo del solsticio, capitalizó estos anhelos antiguos y las observancias de mediados del invierno que siguen estando presentes en otras comunidades en todo el mundo.
Alrededor del 22 de diciembre, los chinos y varios pueblos del este de Asia celebran Dōngzhì, un momento para que las familias se reúnan y recuerden el año que acaba de pasar, así como para celebrar la llegada del invierno y el regreso de la luz. El antiguo festival de Yalda es una celebración del solsticio de invierno en Irán, mientras que los japoneses observan Toji, una práctica tradicional centrada en comenzar el nuevo año con buena salud y buena suerte.
Las celebraciones son variadas, pero en todas partes prevalece el espíritu de alegría y optimismo. Para los cristianos, lo que resuena a través de los siglos es el anuncio de un ángel, esa primera noche de Navidad, de un Nacimiento y su promesa: “Paz en la Tierra; buena voluntad hacia los hombre”.
“Todos y cada año en Navidad reconocemos que el verdadero espíritu de la Navidad no es lo que tenemos, sino quiénes somos, cada uno de nosotros es un hijo de Dios. Esa es la verdadera fuente de alegría en esta época del año. Eso es lo que hace que cada Navidad sea feliz”, dijo el presidente Donald Trump.
“Recemos para que nuestro país sea un lugar donde cada niño conozca un hogar lleno de amor, una comunidad rica en esperanza y una nación bendecida en la fe”.
Fue un editorial que refleja los ideales e instituciones estadounidenses.